Una nueva especie de rana terrestre de distintivos colores fue descubierta en un Páramo del sur de Ecuador

La biodiversidad del país no está inventariada a un 100%, las proyecciones revelan que solo se conoce cerca del 60% de la diversidad actual. Falta como 200 años para describir todas las especies de flora y fauna. Los esfuerzos que se hacen para el descubrimiento de nuevas especies y para el  inventario nacional de biodiversidad, son pequeños.

Juan Carlos Sánchez, investigador de la Universidad del Azuay junto a un grupo de nuevos herpetólogos (personas especializadas en el estudio de los anfibios y reptiles), durante expediciones a los páramos y bosque montanos del sur del Ecuador, registraron una particular diversidad de anfibios, principalmente una asociación por parte de estos organismos a ocupar regiones puntuales dentro de todo el paisaje.

Sus investigaciones se concentraron en una formación geológica llamada El Macizo del Cajas, la cual se caracteriza por su aislamiento del resto de la cordillera. Ubicada al occidente de la cordillera de Los Andes, el Macizo del Cajas hacia las regiones más elevadas se encuentra dominado por una gran extensión de Páramo en un mosaico de micro hábitats compuestos por humedales, arbustales, pequeños parches de vegetación leñosa como el Polylepis y vegetación herbácea, todo esto influenciado por una gigantesca red de acuíferos que alimentan las más de 200 lagunas que se encuentran distribuidas es toda la región.

En este inmenso paisaje, en un único sitio, los investigadores encontraron una rana con características tan peculiares que la consideraron como una especie aún desconocida por la ciencia. Una llamativa coloración roja uniforme en todo el cuerpo a excepción de la punta de sus dedos que eran de color crema amarillento y la presencia de notables parches glandulares ubicados detrás de los ojos, antebrazos y extremidades posteriores, una apariencia un tanto lisa así como un tamaño por encima de las demás especies del género, en el ecosistema lo distinguen de las demás especies terrestres del género Pristimantis, género al cual pertenece esta nueva especie.

Junto con Mario Yánez-Muñoz, investigador del Instituto Nacional de Biodiversidad y Diego Cisneros-Heredia, investigador de la Universidad San Francisco de Quito se describió esta nueva especie y fue bautizada como Pristimantis erythros, en griego erythros significa rojo en alusión a esta distintiva coloración, la misma que ha generado muchas preguntas sobre su comportamiento y ecología. Sin embargo, la distribución de P. erythros está restringida a un área inferior a 1km² en un hábitat principalmente compuesto por arbustos, en una zona no protegida con importantes presiones de origen humano ha sido catalogada como una especie críticamente amenazada. Este descubrimiento resalta la fragilidad de las especies, sobre todo en los altos Andes donde, casi todas las especies de anfibios se encuentran en una categoría preocupante de amenaza.

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